7.15.2007

reciclaje.análisis.deshechaje.

Y entonces fui y te lo conté a ti… porque ya no puedo a nadie más contarle… porque la soledad me hizo su presa y ella no me quiere escuchar, porque eres el único que me escucha… y cómo no ibas a hacerlo, si te hice a mi manera. Sabes callar cuando yo hablo, escuchar cuando lo necesito, y dejarme sola y sin espacio cuando no quiero estar contigo… sin espacio, digo, porque el espacio lo hacemos tú y yo; y cuando solo estoy yo, no existe manera de que haya tal.

Sin embargo, ya no se dónde estás, porque me dejaste y te recuperé, volví atrás y te recuperé sin pedirte permiso; y así es como vuelvo a tenerte. Vuelves a volar junto a mi, atento a lo que se me ocurre y a todo lo que tengo que explicarte. Hay tanto aún por ver, tanto tengo que enseñarte, no, no puedes irte, no vas a irte.

Una en enero
Sabes? Ya no lloro de tristeza, alguien alguna vez afirmó que las lágrimas son ese pedacito de alma condensada que cae por los ojos (salta por las pestañas, cual tremendo tobogán, en mi caso). Pero esas lágrimas de alma no tengo ya, son solo moléculas de hidrógeno y oxígeno saladitas, como tú, recuerdas? …eres saladito… pero igual no lloro porque me duele, porque ya nada me duele, lloro porque me avergüenzo, porque me da sentimiento ver escenas de televisión, o simplemente es que mis lentes me lastiman y necesito llorar, necesito limpiar de basuritas mis ojos, no mi alma; entiéndase bien, mi alma no tiene basura.

No lloré por ti, y cómo me gusta mentir… pero se siente bien; decirte que no me importa lo que me hagas, porque no me harás daño, lo sé… lo veo en tus ojos, que son los míos… esos que me dicen más de lo que debieran, de lo que quisieras. Me hablan a ratos, y no me dicen gran cosa, porque ya no se acuerdan de tus frases… tu hablabas mal… por eso ellos ahora me dicen todo… sin hablar.

Dos en enero
No me gusta esperar, tal vez lo habrás notado, me frustra no tener las cosas aquí y ahora; por eso estás tú aquí, si no estuvieras tendría alguien más… estúpido juego de lógica de compañía… porque el espacio son dos, te lo dije antes, tu y yo… o tal vez, después, en otro tiempo: tu y yo, pero ahí ya no serás tú… será el otro tú… al que no llamaré él por encontrarlo absurdamente impersonal.

Siguiendo con lo de la impaciencia, no soy Penélope, tú lo sabías, y por eso lo mencionaste… me diste esa opción porque tenías la certeza de que yo no esperaría, de que podría lograr la forma de enterarme de lo que debía esperar para saber. Quizá el enterarme antes me hizo daño, pero me hizo ser yo, otra te hubiera esperado… yo no.

Yo te tomé del brazo, esos que me gustan por que son más fuertes y más lampiños que los míos; y te lleve conmigo, al que me gusta, al que quiero. Jamás me hubiera atrevido a ir con aquel que apareció de repente, jurando derrotado que no podía más, a ese no lo conozco; en cambio a ti si, a ti si te llevo conmigo… ven… vamos…

Tres en enero
Realmente puedo volverme loca si me lo propongo… maldita mente repugnante y retorcida la que tengo; por qué todo tiene que tener otro fondo, por qué a todo le tengo que dar un nuevo matiz. No me entiendo… y entonces, dudo que tú lo hagas.

Ví al de verdad, a aquel al que lucho por olvidar… al que no quiero que te parezcas. Tristemente, es el único que me puede abrazar, y lo hizo bien… me gustó sentir esa extraña seguridad que da el volver al pasado, a lo conocido, a lo infalible. Pero él no es a prueba de fallos, no es como tú, con él debo jugar, y pensar antes de sentir… no me puedo abandonar como contigo y dejar que me lleves por donde te plazca. Con él ya nada es igual, aunque en el fondo me gustaría que así lo fuera.

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