12.25.2008




estrés. miedo. expectativas. cansancio. bruto. tesis. escuela. mono. tapalpa. cronopio. oficina. risas. losdos. mudanza. el gordo. lospájaros. imer. dudas. cambio. disparos. vestidoazul. luces. nacho. leer. maní. df. pani. guadalajara. pacheco. molletes. arquitectura. gonzálezlobo. viajar. atardeceres. lamamá. decisiones. boris. dormir. frío. pankesho. lágrimas. vivir. seguir. dinero. plural... dosmilnueve.feliz!

12.04.2008

cuando nací, mi padre emocionado como todo primerizo, compró el libro como enseñar a leer a su bebé. no lo logró hasta que yo tenía tres años, con la ayuda de los recién adquiridos conocimientos pedagógicos de mi madre. yo era su conejillo de indias. aún cuando ya sabía leer, prefería que la mamá me leyera los cuentos, porque en mi menté aún no existían las voces que ella solía fingir para aderezar los diálogos de los personajes.
no recuerdo en qué momento las voces llenaron mi cabeza y me fue entonces imposible dejar de leer. la mamá compró montones de cuentos, entonces empecé a hacer amigos cocodrilos, a conocer los procesos de transformación de la industria en sencillas ilustraciones y unas cuantas líneas. el gordo cumplía puntualmente con la tarea de llevarnos cada lunes las historietas que se publicaban, de modo que me aficioné a los personajes de disney, ricky ricón, la pequeña lulú, archie, pero jamás a gasparín el fantasma amistoso, no lo soportaba.
luego fui dejando los libros con ilustraciones, para empezar a leer páginas completas de puras letras. aunque aún hoy me hipnotizan los libros de cuentos para niños. creo que mi primera novela fue mujercitas, me enamoré de la historia y pedía con toda el alma que el bebé que estaba por nacer fuera niña, para así reproducir la trama en mi propia casa. el problema fue cuando terminé de leerlo y decidí que amy la ultima hermana, era una terrible persona, de modo que cuando nació mi hermano con sonrisa de sol, no hubo ningún problema.
mi madre siempre supervisó mis lecturas y los libros que yo todavía no podía leer, se encontraban en los estantes más altos o escondidos en algún otro lugar. los amigos de mis padres me regalaban libros en ocasiones espaciales O.o! mis amigas no podían entenderlo, pero se sorprendían al darse cuenta que los tomos de las enciclopedias también servían para hacer las casitas de las barbies.
un día, cuando tenía como ocho años, tomé de la biblioteca de la escuela la versión traducida al ezzpañol de a brave new world. lo leí todito. no recuerdo mucho la historia pero si una parte, que cambió mi mundo por completo. el protagonista se encuentra con una mujer que quiere seducirlo, de modo que se quita toda la ropa excepto sus calcetas y una boina. después de eso ambos se quisieron mucho más. yo no entendía porque había que quitarse la ropa para quererse. empezaron las preguntas. la mamá me dio entonces otro libro, que explicaba la verdad de toooodas las cosas que acosaban a mi mente, al menos en ese momento. me dejó que lo leyera y luego contestó a todas mis incredulidades. ¿en serio mamá? ¿así se hace? creo que a partir de entonces se acabó la censura literaria. yo me sentía muy feliz cuando iba a la escuela de monjas y sabía la verdad. aún asi, no entraba en discusiones con los otros niños, porque mi mamá me dijo que cada padre debía decírselo a su hijo. luego me enteré de que eso no ocurría en todos los casos.
mis primeros años de lectora no me trajeron beneficios escolares. mientras mis compañeros aprendían a leer en la primaria yo me aburría muchísimo. durante el recreo, todos se movían mucho y hablaban muy alto, la escuela siempre me intimidó. en la secundaria escondía mis libros detrás de los de texto aprobados por la institución, para hacerles creer que leía eso en vez de sinhué el egipcio. en general, siempre tuve que esconder mis libros para que no se rieran tanto de mi. desistí por completo de mi labor de promotora infantil de la lectura, cuando mis amigas empezaron a decirme que era una rata de biblioteca, y bueno la idea no me disgustaba tanto, ya usaba lentes, pero no había ninguna biblioteca decente en los alrededores.
entonces, escondí todos mis libros y dije que eran de mi mamá. compré montones de revistas de moda y de chicos guapos, recorté a los más guapos y los pegué en los muros de mi cuarto. me volví rebelde y me peleaba con los profesores. empecé a usar lentes de contacto. me corrieron de la escuela. tuve que ir a otra donde no había monjas y los alumnos eran delincuentes juveniles en potencia. me aburrí otra vez y empecé a comprar libros compulsivamente. a la fregada todos, sigo leyendo como poseída.
los libros no me han hecho más interesante, ni más rica y vaya que no me han hecho popular. me han hecho feliz. simple.


mientras leía el post de acantilado se me ocurrió copiarle la idea, quien a su vez se la copió a michéle petit y... así sucesivamente.